La legislación mercantil distingue entre personalidad física y personalidad jurídica, como dos entes diferenciados, aunque mutuamente relacionados.
Del mismo modo, cuando nos referimos a la cultura corporativa, estamos planteando que una empresa pueda tener una personalidad propia y homogénea, en cierto modo independiente de sus miembros, que se perpetua en el tiempo y tiene la capacidad de fagocitar la savia nueva. Es bien conocida la frase de “la cultura se come a la estrategia para desayunar”.
Lo interesante es como esa cultura, a su vez, se ve encarnada por los empleados en sus actuaciones a todos los niveles. Vamos a adentrarnos en el mundo de la cultura de la empresa, y a dirimir por qué merece la pena controlar su desarrollo en una organización, siempre que se pueda. No es fácil.
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Qué es la cultura corporativa
La cultura corporativa, también conocida como cultura organizacional o cultura de empresa, abarca todo el conjunto de símbolos, valores, creencias y prácticas que adoptan las personas que trabajan en una empresa o una organización.
Es un denominador común sobre el que se articulan todas las conductas y decisiones. Marca lo que se considera bueno o malo en un determinado entorno, las decisiones que se toman, y el tipo de perfil que se sentirá cómodo en ese contexto. No todas las personas encajan en todo tipo de culturas.
Algunas culturas pueden ser potentes generadores de engagement, especialmente cuando se consigue que los empleados sean partícipes del negocio, se sientan implicados y valorados en su aportación habitual. Las culturas más participativas y abiertas suelen generar mejores nieves de satisfacción con el empleo.
No obstante, según datos de un estudio de PeopleMatters publicado en octubre de 2020, pese a que la mayoría de los empresarios españoles (83%) consideran que es positivo que los empleados participen de las decisiones empresariales, apenas un 9% afirma ponerlo en práctica. Esta brecha pone de manifiesto lo difícil que resulta para los directivos, sometidos a la presión del día a día, implantar determinado tipo de culturas organizacionales, por mucho que sean conscientes de sus ventajas.
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Qué cinco elementos definen la cultura corporativa
Según la prestigiosa revista Harvard Business Review, toda cultura corporativa debe viene definida por cinco elementos fundamentales:
- Visión: perspectiva ideal de futuro que la organización quiere crear.
- Valores: mentalidad y ética que conducen todas las actuaciones de la empresa.
- Prácticas: métodos mediante los que una empresa pone en práctica sus valores.
- Personas: empleados y directivos que realizan dichas prácticas conducidos por unos valores y una visión comunes.
- Historia: trayectoria y porqué verdadero de la empresa desde sus orígenes.
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Cuáles son los beneficios de una buena cultura corporativa
La idea fuerza del concepto de cultura corporativa es dotar de cohesión a la organización, entendiendo dicha homogeneidad como una seña de identidad que la propia empresa desprendería en el mercado.
Gracias a esta identidad propia, cuando es la adecuada, una empresa es capaz de ganar en popularidad a ojos de:
- Los consumidores, que optaran por esta empresa para contratar sus productos y servicios;
- Las entidades colaboradoras, que la elegirían para buscar sinergias de negocio;
- Los candidatos, es decir, los propios profesionales que desearían poner su talento a disposición de esta empresa y no de otra.
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Qué debemos potenciar como directivos
Hay muchos elementos que influyen la cultura y que se escapan de nuestro control. La comunicación informal en las organizaciones juega un papel fundamental como vehículo de transmisión de esta.
No obstante, ciertos aspectos se pueden gestionar a través de una adecuada comunicación formal, que contribuya a seis cuestiones básicas que comparten la mayoría de las culturas exitosas, que han conseguido:
- Crear una identidad propia para la empresa.
- Transmitir un sentimiento de pertenencia a la organización a los trabajadores.
- Fomentar el compromiso de los empleados con la organización.
- Dar un propósito superior, al que todos aporten con su trabajo.
- Estabilizar las relaciones entre todos los integrantes de la empresa.
- Conducir y nutrir la toma de decisiones en cualquier estrato organizativo.
En realidad, dado que todas las organizaciones están compuestas de personas, el concepto de cultura de empresa no es etéreo: son los propios responsables de las empresas quienes imprimen su visión y sus valores, y es tarea de los empleados adaptarse a ellos, acogerlos y ponerlos en práctica.
Desde www.adelantta.es, mediante un servicio de Corporate Culture Consulting, hemos ayudado a algunas organizaciones a encontrar su configuración ideal de cultura corporativa, y a dar los pasos necesarios para implantarla.