La formación y el desarrollo de los empleados son estrategias respaldadas por evidencias concretas en la mejora del desempeño laboral y los consecuentes resultados globales de negocio.
Las empresas reconocen cada vez más su impacto en la eficiencia y el éxito organizacional. Según datos de la última Encuesta de Formación Profesional para el Empleo en Empresas, más del 60% de las compañías ofrecen formación en el lugar de trabajo. En este artículo, profundizaremos en la relación entre la formación y el desarrollo de los empleados.
La Interconexión entre Formación y Desarrollo
Ambas cuestiones, tanto la formación como el desarrollo de los empleados se traducen en beneficios tanto para los individuos como para las organizaciones. Están, además, interconectadas mediante un vínculo ampliamente respaldado por estudios realizados a lo largo de los últimos años.
Entre las múltiples razones detrás de esta interconexión podemos destacar tres aspectos muy presentes hoy en día:
- Mejora de Habilidades y Competencias: Tanto la formación como el desarrollo, cuando están impulsadas por necesidades específicas del trabajo de la carrera profesional permiten a los empleados adquirir nuevas competencias útiles y que tienen impacto en su actividad, bien sean técnicas, bien sean interpersonales.
- Aumento de Motivación y Compromiso: Vanesa Velasco Martín, directora de operaciones de AdelantTa y experta en gestión de recursos humanos y formación, afirma que “la inversión en formación profesional y desarrollo personal demuestra a los empleados que la empresa valora su crecimiento, lo que se traduce en una mayor motivación y compromiso.”
- Adaptación a los Cambios: Así se desprende de un artículo publicado en la revista Harvard Deusto de Dña. Susana Marcos, que expresa que la formación continua proporciona a los empleados las habilidades necesarias para afrontar los desafíos que presenta un entorno en constante cambio como el que vivimos, lo que, a su vez, otorga a la empresa una ventaja competitiva.
Diferenciando Formación y Desarrollo
Si bien la formación y el desarrollo de los empleados están estrechamente relacionados, no son conceptos idénticos.
La formación se centra en la adquisición de habilidades y conocimientos necesarios para llevar a cabo tareas específicas de manera eficiente en un puesto de trabajo concreto o, como mucho, en una familia profesional específica. Suele tener una mayor orientación a corto plazo. Un ejemplo podría ser un curso de Excel avanzado.
Por otro lado, el desarrollo profesional busca el crecimiento a largo plazo de los profesionales. Este enfoque apunta a expandir las habilidades y conocimientos para que, con el tiempo, los empleados puedan desempeñar casi cualquier tarea profesional a lo largo de su carrera con un repertorio de competencias ampliado y mejorado. En algunos casos, incluso asumir nuevos roles de mayor nivel jerárquico o responsabilidades.
Como ejemplos podríamos poner el desarrollo de la orientación al logro o del impacto e influencia personal, que son útiles en multitud de profesiones y niveles jerárquicos distintos.
Es importante destacar que ciertas inversiones en formación también contribuyen a su desarrollo profesional a largo plazo. Un buen ejemplo sería la formación en liderazgo y gestión de equipos, que se puede impartir a mandos primerizos pero que será útil para expandir sus competencias hacia nuevas posiciones futuras también.
La Estrategia de Competencias: Un Camino a Seguir
El modelo de competencias ha dominado y domina un enfoque integral en la gestión de recursos humanos, y es respaldado por diversos estudios y numerosos expertos con experiencia práctica en Dirección y Gestión de Personas.
Este enfoque se basa en la identificación, evaluación y desarrollo de las competencias de los empleados, considerando competencias como un conjunto de comportamientos específicos relacionados con un área que aseguran un desempeño sobresaliente y que se edifican sobre un subsuelo de conocimientos, rasgos de personalidad, actitudes personales, valores, experiencias, etc. Es decir, un enfoque donde preocupa, como ejemplo, si la persona manifiesta visión global, que puede haber adquirido por caminos diferentes y combinando elementos muy distintos de unas personas a otras.
Este enfoque se utiliza cada vez más por su efectividad. Nos olvidamos de cuestiones indirectamente relacionadas con las conductas eficaces y pasamos a medir esas conductas directamente. No es extraña su gran aceptación entre los directivos y profesionales de Recursos Humanos de muchas de las compañías de nuestro país.
Algunas de las razones para su creciente adopción son:
- Alineación con los Objetivos Organizacionales: Al alinear la formación y el desarrollo de los empleados con los objetivos estratégicos de la empresa se facilita el logro de metas. Juan Carlos Sánchez, CEO de AdelantTa, con profunda experiencia en alineación estratégica de personas, destaca que ésta es fundamental para el éxito, incluyendo el concepto de unidad ampliamente desarrollado en el siguiente post.
- Enfoque en Habilidades Relevantes: Los modelos de competencias identifican habilidades necesarias para desempeñar con éxito roles específicos. Por otro lado, ayudan a diseñar planes de formación y desarrollo personalizados para cada trabajador, con el objetivo precisamente de ser capaces de desarrollar aquellas competencias clave para un correcto desempeño de su trabajo.
- Gestión Estratégica del Talento: Los modelos de competencias permiten integrar la formación y el desarrollo de los empleados de manera efectiva, lo que, a su vez, beneficia directamente a la empresa, un enfoque esencial para la retención y el crecimiento del talento.
La formación y el desarrollo de los empleados, en conclusión, son fundamentales para el éxito empresarial. Es poco estratégico pensar en ellas solo para cumplir con la normativa vigente o como un simple elemento de motivación. No dude en escribirnos a contacto@adelantta.es, si cree que podemos colaborar y ayudar con nuestro conocimiento al éxito de su organización a través de las personas que trabajan en ella.