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Los sectores de la construcción y la arquitectura en España atraviesan un escenario complejo. Los márgenes se estrechan, los plazos rara vez ofrecen holgura, las exigencias técnicas y documentales se multiplican y la digitalización ya no es opcional: es requisito para competir en licitaciones y para coordinar proyectos de forma eficiente. A ello se suma un problema de fondo: la falta de mano de obra cualificada. Según BBVA Research, las vacantes en construcción se han multiplicado por cuatro entre 2016 y 2024, convirtiendo la capacidad de contar con equipos formados en un factor crítico de éxito.
En este contexto, un plan formativo solo tiene sentido si está diseñado para resolver los problemas donde se pierde tiempo y margen: reduciendo retrabajos y mejorando coordinación o dotando a los equipos de indicadores y rutinas de control que permitan anticipar y decidir con criterio.
A lo largo de este artículo intentaremos reflejar cómo, desde nuestra experiencia, la formación corporativa en construcción puede convertirse en una ventaja competitiva si se plantea de forma práctica, medible y orientada a resultados.
El primer paso para diseñar un plan de formación útil es identificar dónde se pierden realmente los recursos. En el sector de la construcción, los datos son claros.
Uno de los grandes problemas son los retrabajos. Un análisis publicado por PlanRadar estima que los costes de rectificaciones pueden superar el 11% del presupuesto total de un proyecto cuando fallan la planificación, la coordinación y el control de calidad. La causa suele estar en errores de interpretación de planos, falta de verificación previa de hitos críticos o comunicación deficiente entre cuadrillas y oficina técnica.
En paralelo, la digitalización y el BIM se consolidan como requisitos ineludibles. El Observatorio BIM de España confirma que cada vez más licitaciones públicas incluyen la obligación de entregar modelos interoperables y trazables. No se trata solo de manejar software, sino de implantar estándares, nomenclaturas, flujos de trabajo y roles definidos. Las empresas que no forman a sus equipos en estos aspectos pueden ver mermada su capacidad de concurrir a concursos o experimentar problemas en las distintas partes del proceso.
Por último, los errores en la parte documental, con versiones mal controladas, mediciones inconsistentes o entregas que no pasan la primera revisión; implican tiempo adicional y retraso en entregas y cobros.
En AdelantTa entendemos la formación como el desarrollo de competencias que impactan directamente en los resultados de la empresa. Cada nivel jerárquico tiene un conjunto de habilidades prioritarias que, si se trabajan bien, se traducen en menos desviaciones de plazo, menos sobrecostes y más margen.
El error en ejecución es el origen de muchos retrabajos. La formación en este nivel no debe ser extensa ni teórica, sino práctica y aplicada. Lo que marca la diferencia es que los equipos sepan interpretar correctamente lo esencial de un plano o modelo, que asuman como hábito registrar incidencias y partes en aplicaciones móviles, que utilicen listas de verificación o que entiendan el impacto económico que tiene cada error.
Los jefes de obra, jefes de producción y encargados son el eje del sistema. Su capacidad para planificar con realismo, transformar calendarios en compromisos semanales y fijar prerrequisitos claros determina si la obra avanza o se atasca. La formación útil para ellos se centra en técnicas de planificación operativa, en negociación con subcontratas para fijar entregables verificables, en control de costes y certificaciones con datos fiables, y en lectura preventiva de planos y modelos para detectar interferencias antes de que lleguen a obra.
También necesitan desarrollar habilidades de comunicación y liderazgo situacional: saber sostener conversaciones técnicas en momentos de tensión, dar feedback sin bloquear y priorizar decisiones entre producción, calidad y seguridad. Estas competencias son las que reducen conflictos, anticipan problemas y mantienen el flujo de trabajo.
En el nivel directivo, la clave está en gobernar el sistema. La formación para jefes de proyecto, directores de obra y comités técnicos debe enfocarse en conectar KPIs de operación con la toma de decisiones estratégicas: qué digitalizar y en qué secuencia, cómo auditar la calidad de entregables, cómo gestionar reclamaciones sin erosionar márgenes y cómo coordinar disciplinas en torno a una planificación maestra.
Además, deben reforzar habilidades de liderazgo que permitan alinear a producción, oficina técnica y compras en una misma dirección. No basta con “apagar incendios”: hay que diseñar un sistema que funcione incluso en entornos de presión. La experiencia nos demuestra que los equipos directivos que trabajan estas competencias consiguen reducir disputas, mejorar la cohesión interna y acelerar la ejecución.
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Una de las principales frustraciones de los directores generales y de RRHH es invertir en formación que luego no cambia nada en el día a día. Nuestra metodología para abordar las formaciones y los planes de formación se asientan en cuatro pilares:
Nuestro papel no es el de un proveedor que imparte cursos aislados, sino el de un socio estratégico que acompaña a la empresa a lo largo de todo el proceso: detectando necesidades, diseñando itinerarios, impartiendo contenidos prácticos, midiendo resultados y adaptando el plan conforme evolucionan los proyectos y el mercado.
No se trata de acumular horas de curso, sino de transformar problemas operativos en resultados medibles. Un plan de formación bien diseñado puede recuperar margen, acelerar cobros y mejorar la cohesión de los equipos. Y eso, en este sector, marca la diferencia entre crecer o quedarse atrás.
Si crees que podemos ayudarte con nuestra experiencia, estamos disponibles en el 91 591 71 14 o en contacto@adelantta.es